lunes, 22 de noviembre de 2010

Clara Campoamor


                                                            Clara Campoamor



Mujeres en la Historia


Clara Campoamor Rodriguez (Madrid 12 de febrero 1888 - Lausana  30 de abril 1972 ), política republicana y liberal, española, defensora de los derechos de la mujer y principal impulsora del sufragio universal   en España, logrado en 1931


http://www.rtve.es/mediateca/videos/20100727/mujeres-historia/838738.shtml 

       Clara Campoamor de 1932, con mujeres de la UR Femenina y en su regreso de París.

Biografía

Clara Campoamor Rodríguez nació en el seno de una familia humilde en el barrio madrileño de Maravillas. Su padre, Manuel Campoamor Martínez fue contable en un periódico de Madrid y su madre, Pilar Rodríguez Martínez, era costurera.
Después de desempeñarse en varios oficios, entre ellos el de telefonista, entró a trabajar en el periódico maurista "La Tribuna" como secretaria del director, un puesto que le permitió conocer gente y donde comenzó a interesarse por la política. En 1920  se matriculó como estudiante en la escuela secundaria (que termina en dos años) y luego en la Facultad de Derecho, donde obtuvo un título en sólo dos años.




A los 36 años se convierte en una de las pocas abogadas españolas y de inmediato comienza a ejercer su profesión. Sus ideas sobre la igualdad de las mujeres la acercan al  PSOE  y escribe el prólogo del libro Feminismo Socialista de Maria Cambrils, dedicado a  Pablo Iglesias. Pero, nunca se incorporó al partido ni aceptó la colaboración de este con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Creó la Asociación Liberal Socialista, pero la dejó cuando no pudo conseguir su definición republicana. Mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, defendiendo siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política.
Trabajó con Martín Jara, amigo de Manuel Azaña  en el embrión de Acción Republicana, en cuyo Consejo Nacional figuró al principio. Pero, nunca logró su ideal estratégico: la unión de todos los republicanos y republicanas en un gran partido de centro con Azaña como delfín natural de    Alejandro Lerroux

                                                              Clara Campaoamor  abogada



Después de la rebelión de Ángel  García Hernandez  y   Fermín Galán en Jaca, y el proceso contra el Comité Revolucionario, Clara asumió la defensa de algunos de los implicados, entre ellos su hermano Ignacio.



Al proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada - en 1931 las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras- integrando las listas del Partido Radical, al que se había afiliado por proclamarse este "republicano, liberal, laico y democrático": su propio ideario político.
Formó parte de la Comisión Constitucional integrada por 21 diputados, y allí luchó eficazmente para establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento. Y allí es donde Clara Campoamor ganó un lugar eterno en la memoria de la libertad en España.




La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos no querían que la mujer votase porque se suponía que esta estaba muy influenciada por la Iglesia y estaría a favor de la derecha. Por ello, el  Partido Radical Socialista   puso frente a Clara a otra reconocida diputada, Victoria Kent,    contraria al voto de las mujeres. El debate fue extraordinario y Campoamor fue superior. Pero, finalmente la aprobación se logró con el apoyo de la minoría de derechas, la mayoría del PSOE y algunos republicanos.



En 1933 no renovó su escaño, y en  1934  abandonó el Partido Radical por su subordinación a la CEDA   y los excesos en la represión de la insurrección revolucionaria en Asturias . Pero cuando ese mismo año, intentó (con la mediación de  Santiago Casares Quiroga)unirse a Izquierda Republicana  (fusión de radicalsocialistas, azañistas y galleguistas), su admisión fue denegada. 
Entonces escribió y publicó, en mayo de 1935, Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, un testimonio de sus luchas parlamentarias.
Al estallar la guerra civil se exilió y, en  1937, publicó en  París  La revolución española vista por una republicana.
Vivió una década en  Buenos Aires  y se ganó la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías (Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo). Intentó regresar a España a fines de la década de 1940, pero se encontró con que estaba procesada por su pertenencia a una logia masónica.
En  1955 se inataló en Lausana (Suiza), y trabajó en un bufete hasta que perdió la vista. Murió de cáncer en abril de 1972.


                                           Moneda de euro con la imagén de Clara Campoamor

Otros datos

Tras la Transición se llevaron a cabo homenajes y reconocimientos que son valorados como escasos por organizaciones pro-igualdad de la mujer. Institutos, colegios, centros culturales, parques y calles recibieron su nombre. La Secretaría de Igualdad del PSOE instituyó los "Premios Clara Campoamor" que reconocen anualmente a aquellas personalidades o colectivos que se hayan significado en la defensa de la igualdad de la mujer.



Citas

  • Defendí en Cortes Constituyentes los derechos femeninos. Deber indeclinable de mujer que no puede traicionar a su sexo, si, como yo, se juzga capaz de actuación, a virtud de un sentimiento sencillo y de una idea clara que rechazan por igual: la hipótesis de constituir un ente excepcional, fenomenal; merecedor, por excepción entre las otras, de inmiscuirse en funciones privativas del varón, y el salvoconducto de la hetaira griega, a quien se perdonara cultura e intervención a cambio de mezclar el comercio del sexo con el espíritu
  • "(...)resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar , a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras". ("El voto femenino y yo". Editorial Horas.Madrid, 2006, pp 107)
  • República, república siempre, la forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los pueblos
  • Estoy tan alejada del fascismo como del comunismo. Soy liberal (La revolución española vista por una republicana, Ediciones Espuela de Plata, 2005, pp. 177-178)
  • (...)A mi pudiéronme cargarse todos los pecados políticos imaginarios de la mujer, y pasárseme todas las cuentas del menudo rencor. Lo que no espero ocurra es que se eleve una voz, una sola, de ese campo de la izquierda, de quien hube de sufrirlo todo, por ser el único que ideológicamente me interesa, y al que aún aislada sirvo ("El voto femenino y yo". Editorial Horas.Madrid, 2006, pp 264)
  • ... la división tan sencilla como falaz hecha por el gobierno entre fascistas y demócratas, para estimular al pueblo, no se corresponde con la verdad. La heterogénea composición de los grupos que constituyen cada uno de los bandos (...) demuestra que hay al menos tantos elementos liberales entre los alzados como anti demócratas en el bando gubernamental (La revolución española vista por una republicana, Ediciones Espuela de Plata, 2005, pp. 149)
  • ... la victoria total, completa, aplastante de un bando sobre el otro, cargará al vencedor con la responsabilidad de todos los errores cometidos y proporcionará al vencido la base de la futura propaganda, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras (La revolución española vista por una republicana, Ediciones Espuela de Plata, 2005, pp. 179)
  • Se torturaba a los acusados en las prisiones; se fusilaba a los presos sin formación de causa en los patios de los cuarteles y se cerraban los ojos a las persecuciones y atrocidades perpetradas por la policía durante aquellos dieciséis meses. Hubo sólo tres ejecuciones oficiales: ¡Cuánta clemencia! Pero hubo millares de presos y centenares de muertos, torturados y mutilados. ¡Execrable crueldad! He aquí el trágico balance de una represión, que, de haber sido severa, pero legal, limpia y justa en sus métodos, hubiera causado mucho menos daño al país. (Sobre la represión del levantamiento revolucionario de Asturias, en 1934)
  • " El 23 de febrero de 1935, me separé del partido radical, enviando a su jefe ( A. Lerroux) la siguiente carta, que la censura ahogó: (...)" "(...)no fui yo nunca un elemento de derecha, ni aún de centro derecha, en el partido. Cuando me designó usted para la dirección general de beneficencia, desarrollé en ella(...), un plan liberal radical y justo, que respondía en absoluto al espíritu y letra del programa del partido (...).Y esta conducta es, Sr. Lerroux, síntesis y reflejo de toda su actuación en su tercera etapa del gobierno. Las derechas españolas anticonstitucionales, enemigas resueltas de todo cuanto la república representara en su advenimiento, enemigas decididas del programa radical, letra a letra, no encuentran en Usted, ante mis ojos estupefactos, el menor dique, la más leve barrera. Más que colaborador, el partido radical ha descendido a ser el servidor de esas derechas(...)".("El voto femenino y yo". Editorial Horas.Madrid, 2006, pp 236).
  • "(..) Carecen de interés y de altura , porque aquí la tienen muy pocas cosas, las razones que me movieron a solicitar el ingreso en Izquierda Republicana, con preferencia de otro partido(...)Después de imponer infamantes acusaciones que sobre mi nefanda conducta personal y política se habían podido reunir en tres meses y pico de rebuscar(...), por 183 votos contra 68 se decidió rechazar mi admisión en Izquierda republicana." ("El voto femenino y yo". Editorial Horas.Madrid, 2006, pp 238-242). Sobre la denegación de ingreso en otro partido, tras abandonar en 1935 el Radical, por desacuerdos con su programa y la represión del levantamiento revolucionario de Asturias.
Para leer sus textos 



Obras escritas por Clara Campoamor

  • El derecho de la mujer en España (1931)
  • El voto femenino y yo: mi pecado mortal (1935)
  • La revolución española vista por una republicana. Editorial Librería Plon de París, 1937 Con prólogo de la traductora de la obra, Antoinette Quinche  
  • El pensamiento vivo de Concepción Arenal (1939)
  • Sor Juana Inés de la Cruz (1944)
  • Vida y obra de Quevedo (1945)

Bibliografía

         CAMPOAMOR, Clara(1936). El voto femenino y yo. Editorial Horas.Madrid, 2006.
  • CAMPOAMOR, Clara, La revolución española vista por una republicana, ed. y trad. de Luis Español Bouché, Sevilla, Espuela de Plata, 2005.
  • FAGOAGA, Concha y SAAVEDRA, Paloma, Clara Campoamor: la sufragista española, Madrid, 1981. Reeditada en 2006 con gran acopio de fotografías.
  • LAFUENTE, Isaías: La mujer olvidada, 2006. Libro de Isaías Lafuente que imagina una posible autobiografía de Clara Campoamor pero silencia todo lo que Clara escribió sobre los sucesos en Madrid durante 1936.
                                                        Clara  Campoamor diputada-1931


Discurso de Clara Campoamor en las Cortes el 1 de octubre de 1931


Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos.
Respecto a la serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer, he de decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas en la realidad. Tomemos al azar algunas de ellas. ¿Que cuándo las mujeres se han levantado para protestar de la guerra de Marruecos? Primero: ¿y por qué no los hombres? Segundo: ¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las mujeres?
¿Quién nutrió la manifestación pro responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que las mujeres, que iban en mayor número que los hombres?
¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad? Además, al hablar de las mujeres obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legislación? ¿No pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?
Pero, además, señores diputados, los que votasteis por la República, y a quienes os votaron los republicanos, meditad un momento y decid si habéis votado solos, si os votaron sólo los hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues entonces, si afirmáis que la mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis –fijaos bien– afirmando su personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en nombre de esa personalidad, que con vuestra repulsa reconocéis y declaráis, por lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo.
No se trata aquí esta cuestión desde el punto de vista del principio, que harto claro está, y en vuestras conciencias repercute, que es un problema de ética, de pura ética reconocer a la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se ha aceptado, en principio también, el postulado de que sólo aquel que no considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el hombre. Y en el Parlamento francés, en 1848, Victor Considerant se levantó para decir que una Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al analfabeto –que en España existe– no puede negárselo a la mujer. No es desde el punto de vista del principio, es desde el temor que aquí se ha expuesto, fuera del ámbito del principio –cosa dolorosa para un abogado–, como se puede venir a discutir el derecho de la mujer a que sea reconocido en la Constitución el de sufragio. Y desde el punto de vista práctico, utilitario, ¿de qué acusáis a la mujer? ¿Es de ignorancia? Pues yo no puedo, por enojosas que sean las estadísticas, dejar de referirme a un estudio del señor Luzuriaga acerca del analfabetismo en España.
Hace él un estudio cíclico desde 1868 hasta el año 1910, nada más, porque las estadísticas van muy lentamente y no hay en España otras. ¿Y sabéis lo que dice esa estadística? Pues dice que, tomando los números globales en el ciclo de 1860 a 1910, se observa que mientras el número total de analfabetos varones, lejos de disminuir, ha aumentado en 73.082, el de la mujer analfabeta ha disminuido en 48.098; y refiriéndose a la proporcionalidad del analfabetismo en la población global, la disminución en los varones es sólo de 12,7 por cien, en tanto que en las hembras es del 20,2 por cien. Esto quiere decir simplemente que la disminución del analfabetismo es más rápida en las mujeres que en los hombres y que de continuar ese proceso de disminución en los dos sexos, no sólo llegarán a alcanzar las mujeres el grado de cultura elemental de los hombres, sino que lo sobrepasarán. Eso en 1910. Y desde 1910 ha seguido la curva ascendente, y la mujer, hoy día, es menos analfabeta que el varón. No es, pues, desde el punto de vista de la ignorancia desde el que se puede negar a la mujer la entrada en la obtención de este derecho.
Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba aquí de que no había ecuación posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la incapacidad de la mujer.
A eso, un solo argumento: aunque no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser, argumento que han desarrollado los biólogos. Somos producto de dos seres; no hay incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros.
Desconocer esto es negar la realidad evidente. Negadlo si queréis; sois libres de ello, pero sólo en virtud de un derecho que habéis (perdonadme la palabra, que digo sólo por su claridad y no con espíritu agresivo) detentado, porque os disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la mujer.
Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.
No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
Cada uno habla en virtud de una experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia. Yo soy diputado por la provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi deber, sino por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República, he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo. No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven; que ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles; que ha sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella.
Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté, considero que es mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta la muerte; que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor del voto de la mujer, y que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República española.


   
 Enlaces:
     http://perso.wanadoo.es/larevolucion/semblanza.htm

3 comentarios:

Anónimo dijo...

He descubierto tu blog, Susa. Es magnífico.
Un cariñoso saludo desde Alicante

Susa Martin dijo...

Gracias Susan todo un elogio.Tengo otro te dejo el enlace por si quieres verlo, porque me dijeron que los textos largos no van en fondo negro Pero los contenidos son más o menos los mismos
http://arteletrasusamartin.blogspot.com/
Besos

Anónimo dijo...

Susa, no hay problema ya que imprimo los textos largos.
Visitaré el otro blog.
Besos